viernes, 27 de julio de 2007

No sólo de gatos y tejidos...

Hace frío. Horror!! La ola polar o el frío llega hasta este Norte Verde, claro, no con el impacto de Santiago al sur de nuestro flaco país, sin embargo se siente el frío, las heladas pasmaron las siembras y nuestra región se desestabiliza, hace días que los medios difunden la posibilidad de ser declarada zona de catástrofe.

Días hacen que quería escribir un poco sobre esto, sólo plantear algunas cosas… tomar ideas que vi por ahí en los diarios, revistas u otros medios; las esparcidas en nuestras conversaciones con El Nino y con algunas amigas, reunirlas sin más intención que re-re-re-reflexionar sobre la vida en el siglo XXI y el cambio en nuestro planeta. Sin pretensiones. Sin presiones.

Es innegable –aunque algunos insistan en hacerlo- el cambio climático de nuestro hogar, la Tierra. Tengo 31 años y recuerdo que cuando niña no me insolaba con la facilidad de ahora, las lluvias eran moderadas y venían casi siempre en la misma fecha… el verano era caluroso, pero no al punto de ahogar. El calor no mataba tantas personas en el verano del hemisferio norte, ni congelaba todo en el hemisferio sur, y poco a poco comenzaban las preocupaciones por la extinción de ciertas especies por el tema del cambio.

Me pregunto ¿por qué estamos en este punto?? ¿¿podemos hacer algo para sino revertir, al menos, detener ligeramente los efectos indeseados en el clima terrestre?.

¿Será que la acumulación de riqueza ciega a quienes están en la cumbre de la pirámide económica? ¿Será que ciertas tecnologías excesivamente contaminantes nos tienen subyugados?.
¿Será que poco a poco perdimos el cariño por lo natural, por lo básico, por lo original?.

Con fecha 12 de este mes en una carta al Director del diario de circulación nacional “La Tercera” un señor llamado Francisco Arancibia Villareal planteaba como respuesta a una columna de un señor Carlos Martínez que parte de la soberbia del sector económico que no reconoce el daño al planeta producto de la ambición empresarial, proviene de la herencia judeo-cristiana. Y creo que tiene razón, la Iglesia ha proclamado históricamente que la Naturaleza y los Animales están al servicio del Hombre, por lo tanto trata al medioambiente depredándolo sin pensar en las consecuencias. Me gustó mucho esa carta, pues al final mencionó a mi santo favorito: San Francisco de Asís, un olvidado o un sepultado por el catolicismo, pues fue de verdad un rebelde, de verdad un disidente que tuvo que crear su propia orden por creer y difundir la pobreza y el respeto a la Naturaleza. El 4 de octubre es fiesta para mí, y desde hace un tiempo decidí saludar a mis seres queridos e intento recordarles el legado de Pancho. La anécdota del lobo dice mucho de su forma de vida.

Creo que es por esa soberbia, por creer en esa supuesta hegemonía de los humanos tenemos a nuestro planeta al borde del colapso. Asimismo creo en la tecnología, amo las comodidades, me declaro burguesa, sin embargo también creo en el respeto, en la posibilidad de disminuir la contaminación, de usar otros medios a través de la misma tecnología, del desarrollo, del estudio y de tomar en cuenta –como señala Arancibia en su carta- la actitud de los pueblos y civilizaciones primitivas de convivir con la naturaleza, de escucharla y procurar el equilibrio entre las criaturas. Y me atrevo a decir que mediante controlar las ambiciones humanas particulares y personales en pro del bien común, mediante la inclusión en nuestra cultura el respeto por el entorno.

Por otro lado, en el diario regional El Día, Marcial Robledano Perucich -el mismo día- mencionó una teoría interesantísima: la resonancia Schumann, planteada por el físico alemán, quien en 1952 comprobó que cito a Robledano : “la tierra está rodeada de un campo electromagnético poderoso que se forma entre el suelo y la parte inferior de la ionosfera situada a unos 100 km por encima de nosotros. Ese campo posee una resonancia más o menos constante del orden 7.83 pulsaciones por segundos. Funciona como si fuera un marcapasos, responsable del equilibrio en la biosfera, condición común de todas las formas de vida..” y que “Por miles de años el palpitar del corazón de la Tierra ha tenido esta frecuencia de pulsaciones….. a partir de los años ’80, y de forma más acentuada a partir de los años ‘990, la frecuencia se elevó de 7,83 a 11 y a 13 hercios”

El Nino me trajo ambos diarios, se lo agradezco, y fue casi una revelación para mi y quien sabe si para él… darnos cuenta que el hecho de “sentir” que la vida pasa más rápido no es sólo una percepción de algunas personas, sino que tiene una base científica que alguien ha estudiado y lo ha demostrado empíricamente con su ciencia.

¿Podremos asumir que nuestro ritmo de vida desarmoniza con la Tierra?, que así como nosotros necesitamos del contacto físico, de las miradas, de los besos, los abrazos, nuestro planeta también lo resiente: ¿ se fijan que ya no tocamos la Tierra?.

1 comentario:

Claudia dijo...

Cuanta razón tienes!!! Bien me recuerdo de mi no tan lejana infancia en que jugar con la tierra, el contacto directo con la naturaleza, era pan de cada dia. Te invito a mi blog... me han venido ideas y recuerdos q quisiera compartir a propósito de tu post. Ojalá estemos a tiempo de hacer algo a favor de nuestra casa, la Tierra. Saludos.